La campana de obra marca una diferencia esencial entre las cocinas urbanas y las de campo. Es un elemento de carácter popular, que aporta rusticidad y tradición, al mismo tiempo que sirve para ocultar los sistemas de extracción eléctricos.
Tiene que estar separada unos 70 cm de la placa de cocción, y sus lados pueden seguir una inclinación de 30º para el frente y 20º para los laterales.
Los modelos más comunes
–De pared a pared: es el modelo más similar a las antiguas chimeneas de suelo de cocina. La campana se monta sobre una vigueta, dispuesta entre dos paredes laterales y se apoya en la pared de fondo. Es apropiada para disponer sobre una encimera dedicada sólo a la cocción como, por ejemplo, una cocina de hierro fundido.
–En una zona intermedia: es la campana típica de toda placa de cocción, se monta en ménsula sobre la encimera o sobre un soporte que puede ir empotrado entre paredes, del que sólo se cierra la parte correspondiente a la cocina. Lo que sobra a ambos lados de la campana se aprovecha como estante. Con este diseño se consigue un juego volumétrico variado y funcional.
– En ángulo: la campana se coloca sobre un chaflán a 45º que cierra el ángulo entre dos paredes. Pueden adquirir una presencia muy campera según el remate que lleven. Se aprovecha mejor la superficie de las esquinas y tiene menor incidencia visual. La campana de ángulo te permite distribuir mejor las ventanas y queda más integrada en las paredes. Es práctica para cocinas pequeñas.
– Asimétrica: sería el caso de una campana colocada en la esquina. Su forma es la de un polígono irregular apoyado sobre uno de los laterales y el fondo. Es ideal para cuando hay que aprovechar un conducto de salida.
– Exenta: sobre una península o una encimera en isla. Se puede hacer con forma troncocónica, troncopiramidal o como un prisma. Conviene rematarla con una cornisa perimetral en la que se pueden empotrar leds o focos halógenos.
Remates decorativos
– Para cocinas rústicas remata las campanas de obra con troncos o vigas de madera.
– Otra opción es usar molduras de media caña simples o dobles, cóncavas o convexas o con recercados. Serán más rústicas si las haces in situ con técnicas manuales. La base de apoyo se puede disponer a todo lo largo de la pared, reduciendo su profundidad a ambos lados de la campana a la de una balda de 20 a 25 cm, muy práctica para colocar utensilios o empotrar focos.
– El cuerpo de la campana suele llevar el mismo acabado de las paredes. Aprovecha el efecto plástico de sus formas para aportar color. Juega con los contrastes entre la pintura y los azulejos, y opta por los colores tradicionales de las cocinas de campo: verde, agua, celeste, ocre o crema. ¿Cólores actuales? El rojo, el teja, los alberos o los sienas.
– Se pueden emplear revoques o lechadas de cal pigmentados, pinturas minerales o plásticas, estucos en frío, etc.
– Puedes acabar la cenefa de remate en otro tono, o revestirla con azulejos o piedra.
– También puedes realizar una composición decorativa con la pared de fondo, en la que los azulejos se rematen con una greca geométrica, ortogonal o de forma curva.